Micael De La Rosa Leonardo nació en la ciudad de Santo Domingo, en una familia cercana y unida, que fue parte fundamental en su vida y su desarrollo.
“Para mi la familia es un pilar de apoyo incondicional y valoro enormemente los lazos que nos unen. A pesar de las distancias físicas, siempre procuro estar presente en los momentos importantes y brindarles mi ayuda en todo lo que necesiten. Nuestra relación está marcada por el cariño, el respeto y la comprensión mutua que han fortalecido la unión a lo largo del tiempo”, cuenta Micael.
Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Liceo Escuela San Juan Bautista de La Salle. Actualmente tiene 27 años y se define como un hombre que valora la honestidad, responsabilidad, valentía, con una profunda y estrecha fe en Dios, amor por la naturaleza y tiene un claro significado de la verdadera amistad y su incidencia positiva en la vida de cada persona.
Durante su estancia con los Hermanos de La Salle, De La Rosa sintió un gran interés por la docencia. Al finalizar los estudios teológicos en México, regresó a la República Dominicana y tras revisar los planes educativos del ISFODOSU se inscribió con el deseo de contribuir al desarrollo integral de las personas, gracias a la congregación.
“Me inscribí en el recinto en Santiago de los Caballeros, Emilio Prud´Homme, EPH. Al inicio, mi interés era la Licenciatura en Biología, pero en ese momento no se ofertaba. Opté por Matemáticas y al darme cuenta de mis habilidades y preferencias, decidí cambiarme a Lengua y Literatura. En el estudio del español y la literatura, encontré estimulación y un sentimiento gratificante”, dice Leonardo.
Eligió al ISFODOSU por el compromiso real con la formación de docentes altamente competitivos y preparados, destacándose por brindar a los estudiantes las habilidades necesarias para ofrecer respuestas significativas a las debilidades del sector educativo, con un enfoque pedagógico, recursos y la confianza de un cuerpo docente capacitado.
“Recibir docencia en el recinto EPH es un beneficio doble y significativo. Tenemos la oportunidad de formarnos académicamente, aprendemos valores fundamentales bajo el carisma salesiano. Ser estudiante en el ISFODOSU implica asumir un compromiso con la excelencia académica y humana”, relata Micael.
Para De La Rosa, cada experiencia ha sido una oportunidad de aprendizaje que le ha permitido crecer como persona y profesional. Las enseñanzas que ha recibido en lo académico y en valores ha dejado una huella imborrable en su vida, ayudándole a desarrollar habilidades, a fortalecer su carácter y a entender la importancia de contribuir de manera positiva en la sociedad.
Él siente una enorme admiración por el maestro Ramón Viñas, quien fue su guía durante las tres últimas prácticas docentes, pues con su ejemplo le enseñó la responsabilidad de ser docente con empatía y dedicación a la enseñanza. Con el que considera su mentor, ha trabajado la paciencia, ha desarrollado la capacidad de escucha y la disposición para ser una mano amiga en los desafíos académicos y personales.
“Llevo cuatro años en el recinto EPH. He recibido reconocimientos por buen índice académico en matemáticas y español. Esa misma hambre de conocimiento que tienen los estudiantes también la tengo y en lo adelante quiero hacer alguna especialidad en biología”, afirma Leonardo.
Para los jóvenes que quieren ser maestros, De La Rosa les aconseja que a pesar de las dificultades no pierdan de vista su sueño y a mantener la pasión, el compromiso y la determinación para hacer la diferencia.
“Un buen educador trasciende más allá de la simple transmisión de conocimientos, marcando un antes y un después en la vida de sus estudiantes. Es quien enseña, inspira, motiva y guía de manera positiva. Fomenta un ambiente de respeto, confianza y colaboración en el aula, donde los estudiantes se sienten seguros para expresarse y aprender”, enfatiza Leonardo.
RL