La trayectoria de Ezequiel Misael Henríquez Fidel, en ISFODOSU es un testimonio inspirador de cómo la recomendación oportuna y el descubrimiento de la vocación pueden transformar la vida de un joven. Llegó a esta prestigiosa institución en 2023, impulsado por las palabras de Juddy Escalante, una vecina y docente que reconoció en ISFODOSU el alma máter ideal para su desarrollo profesional en el ámbito educativo.
A sus 24 años, cursa el séptimo cuatrimestre de la Licenciatura en Lengua y Literatura orientada al nivel secundario en el Recinto Félix Evaristo Mejía (FEM), y en el transcurso de su carrera ha cosechado múltiples reconocimientos gracias a sus sobresalientes calificaciones.
Aunque su primer interés se inclinaba hacia la mención en Ciencias Sociales, motivado por un profundo deseo de cultivar el pensamiento crítico en los estudiantes, el destino lo condujo a la carrera de Lengua y Literatura, donde encontró un círculo de amigos que facilitaron su adaptación al ambiente universitario.
“A pesar de que no era mi primera elección, nunca me sentí desmotivado. Muy pronto entendí que también desde esta disciplina podía lograr mis objetivos: fomentar la capacidad crítica de los estudiantes a través del análisis de los textos que leen, las películas que ven, las series que consumen y los demás medios que influyen en su manera de pensar”, explicó.
Ezequiel se define como una persona ambiciosa, curiosa, analítica y destaca la empatía como una de sus principales virtudes. Cuenta que lo que más le inspira a ser maestro es poder ver cómo se emocionan los estudiantes cuando aprenden algo nuevo y logran dominarlo.
”Considero que la empatía es una de mis principales cualidades y siempre procuro mejorar el entorno en el que me desenvuelvo, ya sea iniciando nuevos proyectos o proponiendo ideas que aporten al bienestar colectivo”, afirmó el estudiante.
Su recorrido educativo previo a ISFODOSU fue diverso, cursó el primer y segundo grado en el Colegio Experimental UNPHU en la provincia de La Vega, el tercer grado en el Centro Educativo Metas en Hato Nuevo de Manoguayabo y el cuarto curso en el Colegio Dominico Coreano en Los Alcarrizos, donde aún reside.
Fue en su último año de bachillerato, en 2019, bajo la influencia inspiradora de Wilson Almanzar, su profesor de Ciencias Sociales, cuando floreció su vocación por la enseñanza. Cuenta que un día de entrega de calificaciones, al ser reconocido como el mejor estudiante de la asignatura, el maestro Almanzar pronunció unas palabras que marcaron un antes y un después en su vida: “No puedo ponerle un 70 a Misael solo porque no le fue bien en un examen. Él es quien mejor se desempeña en las exposiciones”. Rememora con emoción que desde que escuchó esas palabras, comprendió lo que realmente significa ser maestro.», rememora Henríquez con emoción.
Ese momento crucial lo llevó a reflexionar sobre la importancia de una evaluación justa y sensible a las diversas formas de aprendizaje:
«¿Cuántos jóvenes como él se llegaron a sentir desmotivados simplemente porque son evaluados a partir de sus debilidades o mediante estrategias que no se ajustan a sus formas de aprender?». Esta interrogante lo impulsó a valorar la figura del maestro con vocación y sensibilidad humana, capaz no solo de impartir conocimientos, sino también de desarrollar capacidades y motivar a aquellos estudiantes que, por diversas razones, se sienten excluidos.
Para Ezequiel, un educador es un «transformador de vidas», eco de las palabras de otro de sus mentores, Rafael Vargas: «Si usted no tiene vocación para ser docente, estudie otra cosa, para que no haga daño». Esta filosofía guía su preparación, consciente de los desafíos emocionales que implica la labor docente. «A lo largo de la carrera y, especialmente, en las aulas, uno se enfrenta a situaciones que pueden afectar emocionalmente. Como futuros docentes, debemos ser conscientes de que no podemos permitir que nuestras emociones perjudiquen a los estudiantes; nuestro trabajo es brindarles apoyo y orientación, sin que nuestras dificultades personales interfieran en su desarrollo», asegura con madurez.
Ezequiel anhela culminar su licenciatura y aspirar a una beca de ISFODOSU para realizar una maestría, buscando una formación continua que le permita crecer profesionalmente. No descarta la posibilidad de estudiar psicología como complemento a su vocación, buscando herramientas adicionales para comprender y apoyar mejor a sus futuros estudiantes.
EC