Para Dania Josefina Suriel Castillo, su madre Josefina Castillo Lora fue quien la motivó para estudiar educación, porque desde muy pequeña vió en ella una vocación de servicio admirable y apasionada.
Dania tenía contemplado estudiar ingeniería, pero su madre le hizo ver que poseía el carisma y las cualidades para ser una buena maestra. Le recordó que era muy buena dando catequesis, apoyando a sus compañeros con tutorías en álgebra y alfabetizando a los niños en la enramada de su casa. Cuando terminó la secundaria se matriculó en la Licenciatura de Educación Básica, de la Universidad Católica Tecnológica del Cibao (UCATECI), culminando sus estudios de grado en el año 2005.
A sus 34 años ingresó a ISFODOSU para formar parte del cuerpo docente del recinto Emilio Prud’ Homme, EPH en Santiago, con el fin de impartir las asignaturas de Práctica Docente, Fonética y Fonología, Gestión de Aula, Investigación Acción, entre otras funciones adicionales, donde tiene varios años dando lo mejor de ella en esta alta casa de estudios.
“ISFODOSU me ha dado la gran oportunidad de crecimiento y transformación continua, tanto a nivel personal y profesional. Este recinto siempre ha sido bautizado como -la casa de la alegría-, porque desde que llegas a trabajar, te incorporas, todos te acogen con dicha, te orientan y guían”, expresa agradecida Dania Josefina.
La docente Suriel Castillo agradece el apoyo que ha recibido en el recinto, tanto del personal administrativo, docentes, estudiantes y colaboradores por hacerla parte de una familia disciplinada, entregada, con vocación de servicio y capacidad para reinventarse.
“Lo que más me gusta de mi carrera es que día a día trae nuevos retos y oportunidades de aprendizaje. Cada momento se convierte en un nuevo episodio con sus complicaciones e imprevistos, que generan nuevos capítulos en todos los aspectos de mi vida; en particular, en los años que tengo he podido enseñar y aprender en distintos espacios”, resaltó la docente.
Según manifiesta, los docentes deben de asumir su rol de manera clara y responsable, pues el estudiante los ven como líderes y se convierten en seguidores, gracias a las enseñanzas que marcan de una forma otra y es algo que cada alumno recordará toda su vida.
“Ser docente es cuestión de pasión; es un acto de amor, porque requiere sacrificio, entrega incondicional. Pero lo más genuino es que trae consigo experiencias, alegrías y la satisfacción del deber cumplido. Es una de las pocas carreras que nos permite llegar a la mente y corazones de muchos”, concluyó la maestra Dania.