Michel Altagracia Rodriguez Díaz: Egresada de honor de ISFODOSU, Recinto EPH

por Rafael Paulino
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Discurso de la graduación ordinaria 2022

Esta historia comienza con nuestro ingreso al campus universitario, tras haber aprobado unas pruebas de admisión exigentes, con la obtención de una matrícula y una beca completa que también incluía residencia estudiantil. El compartir comienza con el sueño de convertirnos en docentes de excelencia, con la idea lejana de que en unos años estaríamos aquí.

Ciertamente, con nosotros inicia todo, con la pequeña semilla que ha sido plantada con la esperanza de que se eleve hasta alcanzar el cielo. Hoy, todos somos los protagonistas que miran hacia atrás con alegría y recuerdan sus procesos de adaptación, sus primeros trabajos, sus divertidas anécdotas y todo aquello que ha marcado la integralidad de nuestro ser persona.

En este proceso, hemos sido testigos de nuestro propio crecimiento, hemos sido capaces de echar las raíces que sienten las bases de todo nuestro trayecto, bases que nos sostienen y nos mantienen arraigados a nuestros principios.

Cultivar y aplicar valores como la dedicación, la vocación, la entrega, la amabilidad, la responsabilidad, la empatía y el amor por lo que hacemos, sumados a los procesos de práctica docente, el aprendizaje que se obtiene por el contacto con la realidad educativa que nos permiten nuestras más de 1,300 horas de prácticas en centros escolares, en esos, en los que nos vamos a insertar.

Recuerdos inolvidables, como los momentos en los que hemos compartido los conocimientos con el otro compañero, propiciando ese intercambio de puntos de vista, esas reflexiones, que nos han permitido absorber los nutrientes que son necesarios para crecer y dar frutos. Nuestra presencia en este lugar, el ser parte del cuerpo de los recién graduados, se debe a este segundo hecho importante: echar las raíces que le dieron convicción a nuestra vocación de enseñar.

¡Nos sentimos orgullosos de nuestro crecimiento personal y profesional! Hemos crecido a pesar de las condiciones de nuestros tiempos, a pesar de la pandemia que supuso la virtualización de las clases y, en consecuencia, nuevos procesos de adaptación. Todas estas circunstancias sólo nos ayudaron a creer que “la realidad educativa cambia para nuestros alumnos y, en este momento, desde nuestro papel como docentes, tenemos la apertura de responder”.

Ahora, somos conscientes de que la innovación no es más que adaptarnos al momento porque el ejercicio de educar no se detiene, se fortalece.

Don Bosco, el santo de los jóvenes, decía “educar es cosa del corazón” y, por medio de esa frase, destacamos el ambiente que favoreció nuestro aprendizaje.

Las aulas ambientadas, el uso de medios tecnológicos, la bibliografía actualizada, la inserción en las escuelas mediante la Práctica Docente y la participación en clases modélicas impartidas por nuestros apreciados maestros, evidenciaron cómo el amor por la enseñanza se materializa en el entorno, entorno que fomenta el desarrollo de las competencias que hoy nos vuelven docentes de excelencia, fruto del ISFODOSU.

Esta es nuestra historia, la de la semilla que cae en tierra fértil. Relato que, a diferencia de lo que muchos creen, no termina hoy más bien se concretiza ahora con nuestra inserción en el mundo educativo, espacio donde estamos llamados a hacer un gran aporte.

En nuestras manos está la esperanza, el continuar haciendo del sistema educativo uno que verdaderamente responda a las necesidades de la sociedad. El tiempo de siembra ha culminado. ¡Hoy nos sentimos orgullosos de ser la cosecha de la graduación ordinaria 2022 del Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña, ISFODOSU!

Queridos compañeros, somos el fruto del hoy y la esperanza del mañana, atendamos al llamado de sembrar en los corazones de nuestros alumnos la semilla de un aprendizaje que continúe construyendo una sociedad de ciudadanos honrados y respetuosos, donde exista armonía y comprensión. El docente es un actor con mucha influencia en la vida de sus estudiantes, ¡qué bonito que podamos usarla para cambiar vidas!

Así que los invito a formarse de manera continua, a pensar que “siempre podemos ser mejores”, que nuestro crecimiento es constante y que vale la pena dar el cien por ciento para que nuestros alumnos no simplemente memoricen, sino que aprendan para la vida.

Tengamos como principal aliada a la curiosidad por descubrir nuevas aplicaciones, estrategias, recursos y dinámicas, hagamos de la motivación un factor esencial en nuestras clases, pues la realidad cambia si accionamos de manera diferente.

Mantengamos el compromiso de aplicar con excelencia los conocimientos que hemos obtenido en estos años de estudio y, además, tengamos la apertura para ver el contexto desde diversas perspectivas. Nuestros alumnos tienen fe en nosotros, debemos insertarnos en las escuelas con la finalidad de ser docentes líderes que marcan.

Este relato y motivación externan un gran sentimiento de gratitud a Dios, por llamarnos a enseñar, por permitirnos estudiar en la Pedagógica Dominicana, donde hemos podido adquirir todos los conocimientos necesarios para observar la realidad de la educación, investigar y actuar sobre ella, por llamarnos a una profesión en donde actuamos desde la humildad para construir una sociedad más educada.

Agradecemos al Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña, con sus Recintos Emilio Prud´Homme y Luis Napoleón Núñez Molina, aquí en Santiago, por abrir sus puertas a esta generación, por convertirnos en la nueva cosecha de fervientes maestros que pretenden ser un farol en la vida de sus estudiantes. Por, como dice nuestro himno institucional, cumplir la meta de “educarnos en valores de amor y de paz”.

Queridos maestros, gracias. Gracias por hacer de cada clase un espacio para compartir conocimientos, por pensar en lo integral de la educación, por utilizar su experiencia como un canal para enseñar de manera contextualizada; gracias por ser nuestro ejemplo, por modelar estrategias y dinámicas. Son ustedes un referente para nosotros.

Queremos decir gracias al personal administrativo y de apoyo por mantenerse como pequeñas hormiguitas trabajando para lograr cada uno de los objetivos institucionales, por mimarnos y cuidarnos tanto. Gracias por pensar en nosotros en todo momento, por ambientar los espacios, por estar siempre a disposición para servir.

Todos ustedes nos han hecho sentir parte de una gran familia, la gran familia ISFODOSU.
Del mismo modo, decimos gracias a nuestros familiares y amigos. Gracias por su compañía y apoyo durante nuestros años de estudio, gracias por ser nuestro soporte y darnos ánimo para continuar el camino.

Y, sobre todo, gracias queridos compañeros, por compartir sus lágrimas, tristezas y situaciones, pero también sus risas, experiencias y conocimientos. Gracias por hacer de este trayecto de aprendizaje un camino que transitamos con personas adornadas por valores como el esfuerzo y la dedicación.

¡Hemos culminado este proceso! Salgamos a sembrar, educar y a materializar nuestro amor por la enseñanza.

Muchas felicidades a todos. Gracias.

 

 

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