Discurso pronunciado en el Acto de Graduación Extraordinaria 2023
“Es para mí un honor el poder encontrarme aquí de pie y tener la oportunidad de hablar en nombre de mis compañeros y colegas presentes.
Hoy nos inundan las emociones y las ganas de celebrar, pero antes que nada, es la ocasión propicia para recordar y agradecer. En palabras del filósofo chino, Lao Tsé :
“El agradecimiento es la memoria del corazón.”
Es por esto que, en nombre de todos mis compañeros y compañeras, es mi deseo agradecer a quienes han hecho posible que estemos cumpliendo este sueño:
– A Dios, por darnos la vida y las fortalezas para completar este recorrido.
– Al Ministerio de Educación, en especial, al ministro Ángel Hernández, por su apoyo a los programas formativos en todas sus dimensiones.
– Un agradecimiento especial a la rectora del ISFODOSU, la Dra. Nurys del Carmen González y a las diferentes autoridades que integran la institución.
– A nuestros extraordinarios maestros, por el conocimiento compartido, pero sobre todo por ser nuestro mejor ejemplo.
– A nuestros familiares, compañeros, amigos y allegados por su compañía y su apoyo.
– Al personal de apoyo y de gestión: conserjes, porteros, y otros colaboradores, por la actitud cordial, sonriente y cariñosa con que cada día realizaban su labor en nuestra presencia.
– A ustedes, mil gracias.
Finalmente llegó el día, el que tanto anhelamos desde que ingresamos a esta alta casa de estudios. Hoy formalizamos la conclusión de una etapa que durante los últimos años absorbió gran parte de nuestro tiempo y energías. Solo nosotros sabemos lo que hemos tenido que atravesar para encontrarnos hoy aquí. Solo nosotros conocemos las luchas individuales y colectivas que hemos atravesado durante este proceso. Las cartas que se enviaron. Los planes que dejamos ir para quedarnos en casa completando asignaciones. Las veces que nos quedamos dormidos frente a la pantalla del computador; ocasiones en que la madrugada nos alcanzó sin darnos cuenta, estudiando para ese examen. La angustia que se puede llegar a experimentar cuando el día más atareado, se va la luz, o la adrenalina desbordada cuando aquel PDF termina de subir 29 segundos antes de que la plataforma cierre.
Ha sido un largo recorrido hasta aquí. ¿Recuerdan ese primer día en los pasillos de la universidad? Buscando el aula que nos correspondía, inocentes, pensando que nada podía ser más difícil que la PAA. Ese primer año. Los ánimos y las expectativas renovadas en cada inicio de cuatrimestre. Las frases motivacionales, los diarios reflexivos, la historia de Ron Clark, Detrás de la pizarra, Mentes Peligrosas, el método Montessori, El arte de ser maestro… A medida que avanzábamos, las cosas se fueron tornando un poco más exigentes: aparecieron las entregas formales en la plataforma, las lecturas extensas, los artículos académicos, los ensayos reflexivos, y el APA en todo su esplendor. Ahora, hasta para repetir las palabras de nuestra madre hacemos un paréntesis mental para colocar apellido y año.
Aprendimos que para educar no solo existe el conductismo, ahora nos apoyamos en el constructivismo, en el enfoque por competencias y jugamos con la innovación que propone el conectivismo.
Cursamos seis prácticas docentes que nos permitieron acercarnos a la realidad que hay en las aulas. Observamos, ayudamos y finalmente, nos tocó elaborar nuestro propio plan de acción, nuestra propuesta de mejora orientada a las necesidades detectadas en las aulas. Eso, y: portafolios, planificaciones, actividades, muchos papeles; dinero prestado para el pasaje, zapatos empapados por el aguacero, empanadas de la esquina, el calor sofocante de cualquier día de escuela, una sombrilla para tres, anécdotas y risas mientras esperábamos el transporte. Son vivencias que no nos quita nadie.
Luego, nos sentamos a procesar todo lo recopilado para producir nuestro trabajo final. Reuniones, llamadas, discusiones, acuerdos, revisiones y correcciones que precedieron la tan esperada presentación. Fue, sin dudas, una experiencia que nos permitió estrechar nuestros lazos como compañeros de carrera y de labor. Hoy, agradecemos por esos amigos que se convirtieron en hermanos con el tiempo y el trabajo en equipo, que caminaron con nosotros hasta aquí; con quienes compartimos los momentos de mayor tensión, las lágrimas y las alegrías; que nos apoyaron siempre con sus consejos, con su mano de ayuda y con su compañía.
Cuatro años dan para mucho, ¿verdad? El día de la reunión a la que nos citaron para tratar los detalles de este evento, nos preguntaron: “¿Qué extrañarán del ISFODOSU?” Algunos se refirieron a las luchas, otros mencionaron a los compañeros, el rigor con que nos forman, la comida, el estipendio… Y entre risas, se escuchó la última respuesta, una que pareció expresar un sentir general, alguien dijo: “extrañaré el trato, la calidad humana de los maestros.”
Tengo la certeza de que, si no todos, la mayoría de nosotros encontramos en el ISFODOSU ese maestro o maestra que marcó la diferencia en nuestro camino. Ese docente que se sale de lo convencional, que no tiene miedo de quebrar estructuras para adaptarse a las necesidades de los estudiantes porque prioriza el aprendizaje; que no enseña contenidos, sino que transmite conocimientos, rescata los valores, los siembra en cada alumno y es guía para la construcción de una voz crítica propia. Que tiene esa magia de hacer que el tema más aburrido se convierta en el motivo de una conversación apasionada. Que con su amabilidad, su apoyo y sus palabras de afirmación nos hizo ver la luz en los momentos de mayor oscuridad; nos mostró el mundo de posibilidades que estaba detrás de esas cuatro paredes que limitaban nuestra mente. Y fue capaz de ver todo el potencial escondido en tí y en mí, cuando todos los demás no veían nada.
Compañeros y compañeras, nuestra sociedad necesita de más personas que estén dispuestas a marcar esa diferencia positiva. A partir de hoy, pesa en nuestros hombros el reto de ser entes y generadores de cambios a través de nuestra labor.
Recordemos que un docente que aborda la enseñanza con calidad, nunca deja de estudiar, de formarse, de capacitarse. Es el docente que se integra a comunidades de aprendizaje, que dialoga entre pares, que escudriña, que observa y propone ideas innovadoras.
Sabemos que no es tarea sencilla, sin embargo, vale la pena, porque nosotros somos el claro ejemplo de cómo la educación puede transformar vidas. Sé que ahora la ambición nos corre por las venas, queremos comernos el mundo. Ahora continuaremos capacitándonos para ser cada día mejores profesionales y personas, conoceremos nuevos lugares; hay un mundo de experiencias que esperan por nosotros en esta nueva etapa.
La exhortación de hoy es a que no olvidemos de dónde venimos. No olvidemos a esas personas que con su enseñanza, pero sobre todo con su manera de enseñar, marcaron nuestras vidas para siempre. Que a partir de hoy nosotros también podamos ser luz para otros, dentro y fuera de las aulas.
Muchas gracias y felicitaciones”.
Lisbeth Durán, graduada de honor del recinto Félix Evaristo Mejía, FEM.
Martes 18 de abril 2023.